La muerte de la primera dama de Nigeria ha comocionado a los nigerianos y quizás debería afectarme a mi tambien si no fuera porque sé que muchos de sus subditos no tienen dinero para comer y andan dejandose la piel en las alambradas de melilla en su intento por mejorar su miserable existencia.
Mientras Stella Obasanjo, que asi se llama la buena muejer, se dedica a visitar clinicas de lujo en Marbella, sus paisanas se ven opligadas a vender sus cuerpos para poder sobrevivir en Europa. Ellas no tienen dinero ni papeles así que son explotadas por la mafias que las obligan a prostituirse bajo amenaza de muerte de sus familias. Mientras, la primera dama viaja en primera clase con todo lujo, sus paisanas, como otras mujeres africanas, arriesgan sus vidas en pateras o atravesando el desierto sabiendo que lo único que les espera delante son alambres y policias marroquíes, a los que no les tiemplan las manos a la hora de disparar o abandonar a seres humanos en el desierto.
Siento su muerte como la de cualquier ser humano ni más ni menos. Pero más siento el sufrimiento de cada mujer africana que no tiene derecho a estudiar, que es lapidada, mutilada, vendida y comprada como si fuera una mercancia.
Porque incluso muerta, Stella Obasajo, ha viajado en avión privado y el resto de nosotras solo puede permitirse una patera destartalada. Así que mientras siga habiendo niñas que son vendidas como esclavas sexuales y sin nigún derecho yo seguiré sin sentir pena por todas las primeras damas de Africa que mueran en una operacíon de liposucción en una maravillosa clinica privada.
